Durante los últimos años, se nos ha venido presentando a Finlandia como EL país de la educación exitosa, un modelo de participación, de evaluación y de logros educativos basados en un sistema que muchos han querido comparar, para criticar a este último) con el modelo vigente en el Estado español.
Quienes más, quienes menos, afirmaban que el modelo educativo europeo en general (y español en particular), generaba futuros ciudadan@s de poco nivel, de mediocres resultados escolares y de criticable madurez política y, al fin, de poca proyección internacional, por su escasa competitividad.
Más allá de la falta de rigor que supone comparar un país del tamaño de Finlandia con otro de casi 50 millones de habitantes, han sido numerosas las ponencias, presentaciones y otras declaraciones que insistían sobre la escasa formación del profesorado (cierta), la falta de motivación (cierta) de buena parte parte de sus miembros, y lo anticuado del sistema educativo actual.Y much@s caímos en la tentación de rendir culto a ese modelo finlandés...
Sin embargo, quienes nos dedicamos a trabajar, reflexionar e investigar sobre la educación y, más concretamente, la educación en valores, en cualquiera de sus variantes (escuela primaria, instituto, universidad, formación inicial del profesorado, desarrollo profesional y formación continua, educación de personas adultas, educación no formal, etc...), llevamos muchos años llamando la atención sobre ese otro "éxito" que deberíamos alcanzar: una educación para todas y todos, equitativa (que no igualitaria); una escuela con una estructura democrática y participativa, diversa y plural, plurilingüe e intercultural.
Una educación que abra puertas y ventanas al mundo, desde la propia identidad no limitadora. Una escuela productora más que reproductora de sistemas anticuados y de pensamiento único.
Creemos necesaria una profunda reflexión-acción sobre la esencia del modelo educativo, sobre su indispensable asociación a todo lo diverso que nos rodea, sobre la necesidad de desarrollar en el alumnado la capacidad de analizar, expresar, ...criticar, en fin, desde el conocimiento, sí y desde la sensibilidad, la apertura de mente y el cuestionamiento de los propios parámetros identitarios de partida.
Las tendencias nacionalistas, la reivindicación del factor rhesus discriminatorio, el racismo biológico -de nuevo en auge-, la xenofobia basada en la desigualdad socioeconómica, las tradiciones culturales o el desprecio hacia una lengua materna de "poco prestigio", están a la orden del día. Los Países Bajos, Francia, Dinamarca, Italia, Suecia y ahora, Finlandia, vuelven a políticas de Derecha propias de otros tiempos no tan lejanos, cuando la persecución de unos marcaba la superioridad de otros. Despreciar para destacar. Superman contra Untermensch.
Es imprescindible que las personas involucradas de una manera o de otra en el ámbito educativo hagamos un esfuerzo de lucidez y de coherencia.
Lo "mejor", lo "exitoso", no siempre se limita a la adquisición de conocimientos y desarrollo de la competitividad. La adquisición de conocimientos, si no va acompañada de formación ética y solidaria, sólo nos llevará al fracaso de la ciudadanía.
Finlandia, sueño de muchos, se está convirtiendo en la pesadilla de la democracia, la igualdad y la solidaridad. ¿Es eso lo que pretendemos para las próximas generaciones? ¿Es éste el modelo que queremos dejarles?
No hay comentarios:
Publicar un comentario